lunes, 14 de octubre de 2013

«ACCIÓN»




VIVÈS / RUPPERT & MULOT
“La gran odalisca”
DIÁBOLO

POSGÉNERO Cuando la mentalidad de autor llama a la puerta de la vieja industria del cómic, suceden cosas como “La gran odalisca”. Invocando el espíritu de la nouvelle vague, Vivès (1984) y los experimentales Ruppert (1979) & Mulot (1981) revisan géneros tradicionales desde su mirilla personal. Las fórmulas argumentales –un thriller de atracos aquí– se toman a la ligera como lo que son, fórmulas, y por tanto ya no hay que justificarlo todo sino más bien nada. Por la misma regla, el dibujo se libra de las antiguas cadenas, la representación del más mínimo detalle, y vuela libre como la historia. 122 contundentes páginas donde los héroes-ladrones son mujeres, las citas al arte tienen resonancias ambiguas y la “acción” es tan física como íntima. Lo que importa son las relaciones entre los personajes y todo lo que no se han dicho antes de que baje el telón. 

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Una reseña de La gran odalisca (Diábolo) que publiqué en Rockdelux a comienzos del verano. Amplío ahora un poco el rollo a partir de mis notas sobre esta fascinante obra, un cómic que devoré como si no pudiera terminarlo al día siguiente, y que desde luego me dio muchas ganas de volver a leer los nuevos trabajos de Bastien Vivès (1984) después del chof que tuve con su Polina. Sospecho por otra parte que los bromistas Ruppert & Mulot son los responsables de los chistes más perversos en La gran odalisca, dos grandes nombres del cómic de vanguardia reciente de los que sin embargo, hasta donde yo sé, aún no se ha publicado nada en español, exceptuando obviamente este cómic. Ruppert (1979) y Mulot (1981), que se conocieron cursando sus estudios artísticos en la Escuela Nacional Superior de Arte de Dijon, empezaron a colaborar en un fanzine que realizaron juntos antes de ser fichados por Jean-Christophe Menu para L'Association, la editorial en cuyo catálogo puede encontrarse el grueso de su obra. Por cierto que en Estados Unidos vi a la venta en bastantes sitios su Barrel of Monkeys, la edición en inglés de Panier de singe, editada originalmente en Francia por L'Association en 2006 y publicada en Estados Unidos este año por Rebus Books, la editorial de Bill Kartalopoulos.

No es la primera vez que Vivès trabaja a cuatro manos (Por el imperio, junto a Merwan), aquí seis en realidad, porque la colaboración se extiende a la historia y al dibujo. Sí, todo lo escriben y dibujan entre todos, aunque el dúo Ruppert & Mulot se haya encargado de perfilar el guión final. Si tienes curiosidad por ver un poco del proceso creativo de La gran odalisca, en esta entrevista a Rupper & Mulot hay una muestra de la evolución de un dibujo conforme cambiaba de manos. Si estos últimos dibujan sobre papel, Vivès lo hace digitalmente con la Cintiq, a veces trabajando encima de los dibujos previos de Ruppert & Mulot; los tres autores compartían lo que iban realizando a través de la nube, vía Dropbox. Algo que muchos de nosotros estamos haciendo desde hace tiempo gracias a dios, digo a internet, que lo está globalizando todo de verdad. Tiempos nuevos, tiempos salvajes. 

La gran odalisca puede entenderse en varias claves, y ése es uno de sus atractivos. Hay algunos referentes obvios, que yo evité en la minirreseña para Rockdelux porque me parecían engorrosos en un texto tan breve y preferí centrarme en cuestiones más importantes. Pero sí, ahí está el antecedente directo de Cat's Eye, manga y anime de gran éxito popular sobre tres ladronas de arte 
creado por Tsukasa Hojo, del que La gran odalisca sería una parodia, si hacemos caso a lo que dice Florent Ruppert (él y Mulot vieron de chavales el anime Cat's Eye), o la cita, si queremos verlo así, a  Los Ángeles de Charlie (en la nota de prensa promocional de Diábolo se describe La gran odalisca con gracia y precisión de esta guisa: «Imagina que las bellas Ángeles de Charlie hubieran sido malas»; dejo para otro momento el tema, complejo, de qué puede tener en común nuestra época con los sesenta y setenta para que estén tan de moda como entonces los héroes amorales o directamente canallas). O, sobre todo, la reinterpretación del subgénero criminal de ladrones de guante blanco, que por cierto cuenta con una robusta tradición en Francia, de Les Vampires a Fantômas. No falta quien ha comparado este cómic con las películas de Tarantino, y no le falta razón, aunque yo creo que los tiros no van exactamente por ahí. 


En realidad La gran odalisca tiene más que ver, a mi juicio, con el espíritu de la nouvelle vague, una de las fuentes mayores de las que ha bebido Tarantino. Leyendo La gran odalisca no pude evitar acordarme más de una vez, y de dos, de películas como Pierrot le fou o À bout de souffle, Al final de la escapada. Y por ahí viene, creo yo, la conexión con Tarantino: Godard, es bien sabido, es uno de sus maestros reconocidos. Como Tarantino, como Godard en su día, veo al equipo Vivès-Ruppert-Mulot buscando el modo de reinterpretar en clave personal y experimental una vieja tradición de género para actualizarla con algo que sea relevante y moderno a la vez, contemporáneo, no retro ni vintage. Como en las películas de Godard y Tarantino, la peripecia argumental y los clichés de género se transforman en otra cosa, más abstracta y emocional, y de este modo vemos a los personajes hablar sin parar de sus líos amorosos, de sus caprichos hedonistas, de cualquier banalidad o de, al fin, sus verdaderos sentimientos, mientras corren de museo en museo, de cama en cama y de país en país para cometer sus crímenes con el mismo espíritu nihilista de los protagonistas de Pierrot le FouAl final de la escapada. 


La comparación que establezco con la nouvelle vague tampoco es casualidad, en el sentido de lo que ha sucedido en la historieta francesa en los últimos 15-20 años a raíz de la llamada nouvelle bande dessinée. Jóvenes historietistas que empezaron en los noventa en editoriales independientes, algunas de ellas cooperativas de autores como L'Association, y llamaron tanto la atención con sus trabajos, frescos e innovadores, que consiguieron renovar la gran industria del cómic francobelga por la vía de la integración, es decir, publicando en grandes editoriales de BD tradicional como Dargaud o Dupuis, a menudo alternando esos trabajos con proyectos para las pequeñas editoriales en las que empezaron a publicar. Me refiero por supuesto a los Lewis Trondheim, Joann Sfar, David B., Emmanuel Guibert, Blutch y compañía, que han publicado y siguen publicando a ambos lados del río

Precisamente una gran casa como Dupuis es la que editó el año pasado en Francia La gran odalisca, y aquí tenemos de nuevo el fenómeno: joven autor que publica en pequeñas y grandes editoriales, Bastien Vivès, perteneciente ya a la siguiente generación, más dos autores experimentales como Ruppert & Mulot, habituales de L'Association, produciendo un cómic para un emporio editorial como Dupuis en formato de álbum a color (que firma la colorista Isabelle Merlet). Un formato sin duda asociado a la bande dessinée tradicional, pero publicando la obra en Aire libre, la colección «de autor» de Dupuis, creada para albergar cómics no basados en la serialidad larga y pensados para un público más maduro. «Queríamos intentar realizar una bande dessinée de acción para ver que podíamos hacer en ese formato y ese registro», declaraba Jérôme Mulot, para quien publicar en Dupuis no significa un «reconocimiento a su trabajo» sino una «experiencia suplementaria». Una experiencia en la que, ha explicado también Mulot, las relaciones con el editor fueron similares a las que mantienen cuando publican en L'Association. De hecho a Dupuis le llevaron el álbum terminado en un setenta por ciento.

¿Qué es lo que resulta tan cool en La gran odalisca, lo que la hace tan diferente o «especial» respecto a otras bande dessinées de acción? Parece inevitable ver a estas tres protagonistas femeninas como un nuevo capítulo en la idealización de la mujer, el tema personal favorito de Vivès, pero yo creo que hay más. Sin duda poner a tres mujeres protagonistas a hacer el gamberro –y que de verdad tienen mucho peligro– es un gesto cargado de significado en relación al protagonista tradicional del género de acción, masculino. También, a diferencia por ejemplo de Los ángeles de Charlie, estas ladronas, que no detectives, no trabajan para un amo masculino que permanece en la sombra, idealizado y adolatrado por «sus chicas». Estas (anti)heroínas son completamente autónomas respecto al hombre, un hombre al que de hecho manejan cuando viene al caso y se les pone a tiro. Pero más allá de eso, y siempre en mi opinión, lo que hace tan diferente a La gran odalisca es que no es una BD de acción tradicional. Aquí resulta mucho más importante todo el aspecto formal, la sensualidad de las imágenes, los cuerpos en movimiento y la estructura, que «contar una buena historia», y esto se ve constantemente en las digresiones, las elipsis y el concepto general «por la cara» de todas las peripecias argumentales. Se ve en el mismo dibujo, liberado de la obsesión artesanal, habitual en la BD tradicional, de dibujarlo «todo». Como la línea del dibujo, nerviosa y libre, que omite detalles y decorados cuando no hacen falta, una suerte de «línea clara» que se ha soltado el pelo, la historia va a su bola buscando la poética de la forma, de la secuencia y del color. Si se trata de un cómic de acción y aventuras, ¿por qué hay que justificarlo todo, sean «motivaciones» de los personajes o justificaciones racionales del argumento? En realidad, ¿por qué no justificamos nada de nada? Total, esto no es la realidad sino una creación, es dibujo, así que hagamos de esto un verdadero festival de acción visual. Precisamente. ¿A que quedaría guapa (es decir, bella) una página con una chica en moto que vuela usando de rampa la Pirámide de la plaza del Louvre? De hecho, ésa fue la primera escena que visualizaron los autores. 


Como La gran odalisca de Ingres (1814), que tenía tres vértebras de más porque al artista le parecía más bello el cuerpo femenino alargado, estilizado por tanto, aquí no se trata de imitar a la realidad sino de crearla. La realidad de la obra, con leyes propias y ajenas al mundo real, que sólo tiene sentido dentro de la obra. Como el cuadro de Ingres, esta Gran odalisca también es «exótica» y «romántica» en un cierto sentido, además de una fantasía manierista que se recrea en la forma para reinterpretar las manieras de la tradición previa. De este modo, los clichés de género (acción–criminal–subgénero ladrones de guante blanco, etc.) se usan, retuercen o desechan al antojo de Vivès, Rupert & Mulot, sencillamente porque sus intereses son otros. Por un lado la ACCIÓN, pero la acción «pura», representada por las imágenes en lo que alguien podría llamar un ejercicio de estilo; paradójicamente, cuando la acción se libera del corsé de contar una «buena historia» y se sitúa más allá de las fórmulas argumentales de género (y de la preocupación ilusionista de atar sus cabos), es cuando sale una obra de acción de verdad. Por otro, los SENTIMIENTOS íntimos de los personajes, dichos por la palabra y el gesto. Ambos elementos, acción y sentimientos, lo exterior y lo interior, aparecen asociados de manera deliberada como si fueran la misma cosa, a menudo en la misma escena: mientras roban un cuadro, escapan de la policía o planean el ataque a unos mafiosos mexicanos. La amistad, el amor y el desamor, el flechazo repentino, el subidón en la discoteca y la resaca posterior en una playa triste, la vida si queremos resumir, es la acción
Como en Lost in Translation, no podemos «oír» lo que realmente importa, sólo «verlo» 
Veo la portada de La gran odalisca como un resumen simbólico de lo que es la obra. Como sucedía en muchos álbumes infantiles y juveniles de la BD tradicional, la imagen de cubierta elegida por Vivès-Ruppert-Mulot es «mentira» porque no aparece en ninguna escena del interior del cómic, aunque sea «verdadera» en el sentido de que sí resume la «aventura» –de la forma más atractiva e impactante posible– que podemos encontrar en del álbum.


Una aventura de Bob Morane. Les contrebandiers de l'atome, 1974, Henri Vernes y William Vance
A diferencia de una BD tradicional, en la portada de La gran odalisca aparece un elemento que estaría vedado en un cómic infantil, una mujer desnuda. Es decir, un elemento adulto que avisa al posible lector desde la cubierta de a quién va dirigida la obra. La imagen elegida corresponde además a un sueño que cuenta en el interior una de las protagonistas, no a la aventura «real» que se narra en el cómic; sin embargo, se trata de una imagen soñada que representa alegóricamente las relaciones entre los personajes y por ende el tema de la historia: el vínculo sentimental que tiene con la otra protagonista. Por tanto, la imagen de portada tampoco nos «miente» sobre lo que vamos a encontrar en el interior. El resultado neto es que el motivo elegido para ocupar la portada de un álbum de «acción», aunque aparentemente remita a una aventura física, es en realidad un elemento onírico, íntimo, sentimental. En una palabra, personal. Pertenece al mundo de los sentimientos, el terreno propio del interés de los adultos, no al mundo de la aventura física literal, un terreno de fantasía más propio del interés infantil. Aquí ambos mundos consiguen darse la mano. Y de este modo, la tradición se reinventa en otra cosa. 



Como ya me conozco el percal, no está de más aclarar algo antes de seguir: NO, por supuesto que no estoy «en contra» del cómic infantil, me parece saludable y estupendo y maravilloso que siga existiendo, y de hecho tengo la casa llena de cómic infantil porque ése fue el que consumí durante mi infancia y adolescencia, y también porque la historia del cómic está llena de él. Lo que pasa es que ahora soy un adulto, y como tal me interesan cosas para adultos. Y si hablo de cómics recientes que me interesan, como es el caso, prefiero hacerlo de cómics que como adulto a mí me apetece leer porque ya no soy un chaval. Lo saludable, no está de más recordarlo, es que no haya sólo cómics para chavales, que era lo que sucedía hace no tantos años. Que también haya cómics para adultos, cómics verdaderamente adultos, sean éstos de ficción, de no-ficción o de ficción de género.

No hace mucho conversé de La gran odalisca con alguien que, me dio la impresión, lo veía como un álbum normal de BD frente a las «novelas gráficas de tantas páginas que se hacen ahora». Se sorprendió cuando le señalé que en realidad se trata de un libro de 122 páginas, nada menos, frente al tradicional álbum francobelga de 46-48, paginación estándar pensada en su día para un público de chavales y para satisfacer otras exigencias industriales que hoy día no existen. Mi impresión es que esa persona se había «bebido» de un tirón La gran odalisca sin percatarse de la cantidad de páginas de la obra, y que la asociaba a la BD tradicional por el formato álbum, y a color. Pero las cosas no son tan sencillas. Si este cómic funciona como funciona, y os gusta tanto como a mí, es necesario tener en mente que –igual que comentaba un post más abajo sobre Papel estrujado– eso se debe a que los autores han podido dibujar todas las páginas que han necesitado. Particularmente porque de vez en cuando hay viñetas «de impacto», enormes, que exigen mayor espacio para desarrollar las escenas, en lugar de someterse absurdamente a formatos convencionales del pasado, rígidos y homogéneos, concebidos para necesidades de otra época. Tampoco está de más recordar que hace sólo dos décadas un álbum de 120 o 150 páginas era un artefacto poco habitual en el mercado francobelga (ejemplo: 1992, Trazo de tiza, Miguelanxo Prado: 63 páginas de historia), a diferencia de hoyY que, en mi opinión, ha sido la libertad en formatos, temas y estilos que desplegaron los autores de la nouvelle bande dessinée (y, previamente, pioneros como Tardi y otros), sumado a la influencia de la novela gráfica norteamericana de la década pasada, los que han permitido que un autor que trabaja hoy día en la industria francobelga pueda elegir el formato y la extensión que mejor se ajuste al concepto de obra que tiene en la cabeza. Más grande o más pequeño, libro o álbum, de más o menos páginas, a color o en blanco y negro. O que un mismo autor pueda compaginar la realización de cómics infantiles con novelas gráficas para adultos, como hacen Emmanuel Guibert y otros. Este último aludía al asunto en la entrevista que le hizo Alberto García para el libro colectivo Supercómic, coordinado por Santiago García (Madrid, Errata Naturae, pág. 336):
[Alberto García] ¿Cómo nace una historia en tu cabeza? ¿Surge a partir de una idea o surge a partir de las imágenes? 
[Emmanuel Guibert] Depende del tipo de historia. Algunos de mis libros no han sido traducidos en España, pero puede que sepas que también hago trabajos para niños, cómics para niños que son totalmente ficción. Cuando realizo novelas gráficas para adultos, que como sabes suelen estar relacionadas con historias que han vivido amigos míos, son historias reales, historias que parten directamente de la realidad. 


Lo que quiero decir con todo esto es que La gran odalisca, a mi juicio siempre subjetivo y por tanto discutible, es una auténtica novela gráfica tal y como la entendemos ahora, y no un álbum de BD tradicional. Por sensibilidad, por modo de producción y por el público para el que está pensada, que no es infantil precisamente. Es cómic de autor para adultos, producido con una mentalidad artística, no industrial en el sentido de la BD tradicional. Que La gran odalisca esté publicada por una gran editorial, en un formato grande de álbum a color, justamente para poder desplegar un grafismo que es parte fundamental del concepto de la obra, o que se trate de un cómic de acción y ficción criminal, sólo nos dice que una novela gráfica de nuestros días no tiene por qué ser dibujada en blanco y negro, ni publicarse en una «pequeña editorial independiente» o en un formato más reducido de novela literaria, ni tiene por qué ser «autobiográfica» o tratar «temas sociales». La novela gráfica, tal como la entendemos hoy día, es muchísimo más amplia que todo eso, y excede de los marcos del cómic tradicional. Y no hay límites a lo que puede ser, salvo —ahora sí, al fin— los que decida el autor.



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Otra reseña de La gran odalisca en Intramuros
Comentario de la obra en el blog Mandorla

Actualización 15/10/2013
Reseña de Absence en GenComics
Otra más de El lector impaciente
Y una reseña en francés sobre las tres Gracias y otras citas a la historia del arte (también spoilers) de La gran odalisca

10 comentarios:

nick dijo...

hola Pepo. Lo más importante de lo quiero decir es que esta entrada me ha dado verdaderas ganas de leer La gran odalisca. Lo otro viene al hilo de la “discutibilidad”, y a que hoy me he levantado gruñón. Sé que el de la novela gráfica es un tema recurrente, pero no me resisto a dar mi opinión sobre algún aspecto de los que apunta el post.

No creo, en realidad, que se pueda decir que ahora “entendemos” la NG de una cierta forma, porque todo son polémicas acerca de la expresión y su contenido, y no existe nada consolidado salvo a efectos publicitarios. Pero en cierto modo veo esto como tener un hijo, llamarle Juanito, y en cuanto crece y no le entra la ropa, llamarle Antoñito. El cómic es un medio relativamente joven y vivo, por tanto crece y cambia, y revienta los esquemas de anteayer igual que el rock reventó los límites de los tiempos de Chuck Berry e igual que se arrancó la novela en el XX los corsés del XIX.

Todos celebramos la libertad creativa de los autores y la caída de barreras, pero eso ocurre necesariamente en el proceso de cualquier medio dinámico. Y sin embargo, aunque la etiqueta NG pueda haber traído algo positivo, también ha traído, en mi opinión, estimables cantidades de afectación y esnobismo al cómic en igual medida que las trajo el rock “progresivo” al rock sin más…

Tampoco me parece que tenga sentido que el medio pierda identidad desdeñando un término exclusivo, aceptado y relativamente afianzado, para adaptar con calzador otro ajeno y dotar así a la nueva fórmula de una buena carga inicial de prejuicios. Ya digo que tengo el día gruñón.

Recuerdo, por lo demás, parecido discurso hace años respecto a los “tebeos” y la prisa por aclarar que éstos no eran cómics: que los cómics eran “para adultos”. En las mismas seguimos, y a mí me sigue pareciendo más que arriesgado delimitar lo que es adulto, o de interés adulto, y lo que no. Pero, en cualquier caso, había docenas de autores de cómic produciendo para un público exclusiva e inequívocamente adulto muchos años antes de que la famosa etiqueta se hiciera popular...

Y vaya, que tenía ganas de hablar… Un saludo!

Pepo Pérez dijo...

Bienvenido sea el debate, nick, y además no me has parecido nada gruñón. Pero antes de responderte y aclarar algunos puntos de mi post, me gustaría preguntarte sobre esto para precisar mejor de qué estamos hablando:

" había docenas de autores de cómic produciendo para un público exclusiva e inequívocamente adulto muchos años antes de que la famosa etiqueta se hiciera popular..."

¿como qué autores? ¿puedes darme ejemplos, sin ánimo exhaustivo?

Pepo Pérez dijo...

Entretanto, te aclaro una cosa importante. Dices:

"Tampoco me parece que tenga sentido que el medio pierda identidad desdeñando un término exclusivo, aceptado y relativamente afianzado, para adaptar con calzador otro ajeno".

A mí no me tienes que convencer de no cambiar de nombre al medio. Una novela gráfica es un cómic, como repito en numerosas ocasiones en este y otros muchos posts. Relee simplemente el último párrafo del texto sobre La gran odalisca. Una novela gráfica es un cómic, pues claro, qué otra cosa puede ser. Lo que sucede es que dentro del cómic hay diferentes tradiciones, corrientes y modos de producción, y a esas tradiciones las llamamos de manera diferente según el caso. Funnies o comic strips norteamericanas, comic book norteamericano, BD francobelga (BD tiene una connotación infantil-juvenil en la propia tradición francobelga, por cierto; hablando de prejuicios), etc.

Ejemplo ilustrado de diferentes tradiciones, todas ellas de cómic, en un post de 2010:

http://pepoperez.blogspot.com.es/2010/11/tiras-de-prensa-comic-books-novelas.html

Luego no se trata de cambiar de nombre a nada. Por otra parte, el término novela gráfica no es en absoluto ajeno al cómic. Antes al contrario, novela gráfica es un término que procede de la propia historia del cómic y que se ha usado desde al menos los años 60 para denominar a muy diversos cómics. Y siempre, insisto, a iniciativa de la industria del cómic o de determinados autores de cómic. No sé de dónde ha salido esa idea de que el término novela gráfica es un término "ajeno" cuando realmente nace y se difunde dentro del cómic. Tampoco digo que nadie deba usarlo si no le gusta, las palabras están para entendernos.

nick dijo...

Claro, te digo los primeros que se me vienen a la cabeza: Charlier, Giraud, Pratt, Eisner, Crumb, Trillo, Altuna, Manara, Corben, Bilal, Sió, Luis García, Bernet, Carlos Giménez,... Me parece difícil cuestionar que todos ellos hicieron obras dirigidas a adultos. Y me parece difícil negar que un adulto interesado en el cómic tenía muchas cosas, y muy estimulantes, que leer antes de la NG. Eso sin incluir en la cuenta a gente como Hal Foster u otros tantos clásicos que, si bien no son “inequívocamente” para adultos (esto me pasa por hablar), tampoco son exclusivamente para un público infantil o juvenil...

Adelanto de todas maneras que, más allá de lo que para tí o para mí suponga la fórmula NG, mi impresión es que el público en general la ha recibido (porque así se ha vendido) como una especie de (nuevo) género digno, respetable, serio y adulto. Lo cual, implícitamente, ningunea y mira por encima del hombro a muchos grandes artistas del cómic y a muchas obras impresionantes. Es mi sensación sobre el efecto de la categoría, no entre los ya aficionados, sino entre la gente en general y también en el discurso de los medios; y eso me parece regular...

Pepo Pérez dijo...

"Claro, te digo los primeros que se me vienen a la cabeza: Charlier, Giraud, Pratt, Eisner, Crumb, Trillo, Altuna, Manara, Corben, Bilal, Sió, Luis García, Bernet, Carlos Giménez,... Me parece difícil cuestionar que todos ellos hicieron obras dirigidas a adultos".

Luego tú mismo admites que sí se puede definir –de manera difícilmente cuestionable además– qué tipo de obras van dirigidas a los adultos.

Por supuesto que puede hacerse, siempre partiendo de que esa valoración será subjetiva en todo caso. Pero, aun subjetiva, podrá compartirse (intersubjetivamente) de manera consensuada cuando parezca obedecer a un criterio sensato o argumentado.

Es más, la distinción "clara" de obras adultas se ha hecho ya en el pasado, por ejemplo durante el boom del cómic adulto español de los 80. A mi juicio, por una razón clara:

Porque era necesario dejar claro que ya no había sólo cómics para niños, que era justamente el prejuicio que tenía el público general. Con razón.

No sé si a veces somos conscientes, pero esta preocupación repentina con que no se distinga el cómic adulto del infantil es reciente, y además un poco extraña, si se me permite decirlo. Lo digo porque en medios normalizados como el del circuito literario existe una larga tradición de "CHILDREN'S BOOKS", como se le llama explícitamente en el ámbito anglosajón, para dejar claro lo que son frente a la literatura para adultos (y "jóvenes adultos", como también suelen distinguir los anglosajones como subcategoría). Todo lo cual no implica ninguna valoración de calidad, pues hay "children's book" que son tenidos como auténticos clásicos de la literatura y como tales se estudian.

Pepo Pérez dijo...

"Es mi sensación sobre el efecto de la categoría, no entre los ya aficionados, sino entre la gente en general y también en el discurso de los medios; y eso me parece regular..."

Permíteme decir que, en mi opinión, eso es una "sensación" divulgada y repetida hasta la saciedad dentro del mundillo del cómic-blogosfera comiquera que ha generado una "verdad" que no es tal fuera de ese mundillo. En mi opinión, y en mi experiencia, "fuera" del mundillo se usa la distinción "cómic" de "novela gráfica" sencillamente para distinguir el cómic infantil (que puede referirse o no al cómic industrial, tradicional) del cómic para adultos. Y que, en mi opinión y bajo mi experiencia de nuevo, esa distinción la hace el público general adulto (ese nuevo lector) para entenderse: es decir, para saber qué cómics (novelas gráficas) les puede interesarse a ellos, en cuanto lectores adultos. Lo cual es perfectamente comprensible y legítimo. Y no para "menospreciar" a Mortadelo o Tintín, pues entre esas personas hay gente con la memoria suficiente para recordar con afecto y respeto ese tipo de cómics si los leyeron en su infancia. Lo que pasa es que hablo de gente de 25, 30, 40, 50 años o más, que les interesa leer un cómic para adultos porque son adultos.

Ésta es mi experiencia, observando los comentarios y reacciones de ese nuevo lector adulto (que sin duda existe y yo he podido ver en muchas ocasiones, y basta preguntarle por sus clientes a determinadas editoriales), un lector no coleccionista ni aficionado previo al cómic.

Pepo Pérez dijo...

La otra cuestión que quería responderte. Por supuesto que hay cómic para adultos antes de la NG actual. Nadie ha discutido eso y yo mismo hago referencia a esos antecedentes, precursores y pioneros en este post dentro del ámbito francobelga ("Tardi y otros pioneros" digo literalmente; si no he puesto una larga lista era para no aburrir y no desviar la atención del tema).

Así que tampoco vamos a discutir por eso.

No creo sin embargo que Charlier y algún otro de los que citas escribiera cómic para adultos sino más bien juvenil, pues tal era su público: juvenil. Otra cosa bien distinta es que a Charlier le hayan leído adultos, especialmente -creo yo- cuando esos jóvenes crecieron, se hicieron adultos y volvieron a releer los tebeos de Charlier por afecto, puede (o no) que con cierta nostalgia, o simplemente para verlos desde otra perspectiva.

Lo que no entiendo realmente es de dónde sale esa idea de que, si hablas de la importancia que ha tenido en estos años la novela gráfica, automáticamente se piense que estás negando que hubiera cómic para adultos antes de ella.

O la presunción de que, si crees, como yo, que la novela gráfica es un nuevo cómic para adultos, con sus características diferenciadas respecto a otros momentos de la historia del cómic para adultos, estés afirmando automáticamente que la NG es el "primer" cómic para adultos que existe en la historia. Cosa que no es.

Pero que no sea el primero no quiere decir que sea "igual" que lo anterior, porque las épocas cambian y con ellas la visión del autor y el público, los estilos, los tratamientos y los canales de distribución y recepción (el medio en sentido estricto).

Ejemplo de la NG como nuevo cómic para adultos: hasta 2013 no he visto un cómic de debut de un autor español de 400 páginas (Papel estrujado), parido en la soledad del autor y bajo su total responsabilidad. En España nunca, jamás. Cómic de 400 páginas y de debut, repito. Luego me parece realmente difícil afirmar que "esto ya se había hecho antes".

Se habrían hecho cosas diferentes, que efectivamente se han hecho en el cómic para adultos del pasado, y está claro que –en el ámbito español–, autores españoles como Carlos Giménez y otros son los pioneros de la novela gráfica actual. Pero una cosa son los antecedentes, los pioneros,los padres y abuelos, y otra la "cosa en sí" del presente. Que dentro de x años ya será otra cosa, por cierto, no va a permanecer inmutable.

Y lo que sí me parece incuestionable es que la NG actual presenta unas características propias y diferenciadas del cómic para adultos de los 70 u 80. En formatos, en estilos y en tratamientos, relacionadas íntimamente con su época, con la visión del autor, con su circuito de distribución (librerías), y por supuesto con su público.

No sé, tal vez para no ofender a nadie (tampoco entiendo por qué se ofenden, pero bueno) habría que decir que la novela gráfica actual es "lo mismo" que las historias para las revistas de Toutain, o que los cómics de Manara y Corben, pero me parece que eso sí que es falsear la historia.

De hecho, hay una prueba incontestable de que no es lo mismo: muchos coleccionistas de aquellos cómics (pienso en particular en algunos fans recalcitrantes de Corben y de las revistas de los 70 y 80) despotrican en público, en los blogs, de la novela gráfica actual. Porque les aburre y no les interesa una mierda, lo cual me parece legítimo y respetable.

Luego no sé yo si la novela gráfica ya "se hacía entonces", es "lo mismo", "no supone ninguna novedad" y existe prácticamente "desde siempre"...

nick dijo...

Bueno, voy poco a poco:

“Luego no se trata de cambiar de nombre a nada...”

No, no se trata de cambiar de nombre a nada, pero no me refiero tanto, como explicaba, a discusiones entre aficionados acerca del concepto (que, por lo general, tampoco acaban en nada), como a su efecto entre quienes no lo son tanto. Cuando digo que se desdeña el término cómic es porque he oído repetidamente la frase “no, esto no es un cómic: es una novela gráfica”, marcando distancia y dando a entender que, de alguna manera, la NG es “más”. Ya sé que a ti no te tengo que convencer de nada, pero he visto demasiadas afirmaciones de ese tipo para creer que la tuya sea la postura más extendida al respecto. Y ese es el efecto que no me gusta.

“...el término novela gráfica no es en absoluto ajeno al cómic. Antes al contrario, novela gráfica es un término que procede de la propia historia del cómic y que se ha usado desde al menos los años 60”.

Que la expresión no sea nueva no significa, a mi entender, que no suponga un préstamo de un medio ajeno. La novela es la novela, es ajena y muy anterior al cómic. Que se tomara en préstamo esa palabra en los 60 o en los 50 no cambia nada. Por otro lado, no tengo nada en contra de que dentro del cómic se bauticen y rebauticen corrientes mil, y una de ellas sea llamada novela gráfica. Es cierto que me parece un concepto muy difuso, pero no voy ahora por ahí.

“Luego tú mismo admites que sí se puede definir –de manera difícilmente cuestionable además– qué tipo de obras van dirigidas a los adultos.”

No, no lo admito. Una cosa es que diga que determinadas obras o contenidos van claramente dirigidos a adultos (como el sexo explícito), y otra muy distinta que diga que me parece arriesgado delimitar, en general, qué interesa a un adulto y qué no. Por otra parte, esa corta lista de nombres, que podría ser larga, desmiente esta afirmación del post: “Lo saludable (...) es que no haya sólo cómics para chavales, que era lo que sucedía hace no tantos años.”

“No sé si a veces somos conscientes, pero esta preocupación repentina con que no se distinga el cómic adulto del infantil es reciente, y además un poco extraña, si se me permite decirlo.”

En realidad, a mí no me preocupa que no se distinga ni que sí. Simplemente no veo nada clara esa distinción, esa delimitación. Cuando oigo o leo sobre lo que es la NG, siempre encuentro esa insistencia en trazar la raya: esto es adulto / esto no lo es. La palabra “adulto” es usada constantemente como si tuviera un contenido claro y yo, repito una vez más, no lo veo así. Mi propia experiencia como lector me lo confirma: tengo más de cuarenta años y me interesan cómics habitualmente considerados de adultos, y también otros que no tienen tal consideración. Pero parece que esto ya es cosa de cada cual y no insistiré más en ello.

“Permíteme decir que, en mi opinión, eso es una "sensación" divulgada y repetida hasta la saciedad dentro del mundillo del cómic-blogosfera comiquera que ha generado una "verdad" que no es tal fuera de ese mundillo”

Sin embargo, a mi esa sensación me la ha dado la experiencia propia fuera de ese mundillo, porque no formo parte de él. Estos comentarios son tan una excepción que son los primero que hago nunca en un blog de cómic. Desde mi posición sí he percibido lo que explicaba en el segundo párrafo...

nick dijo...

(He visto ahora el último post, así que termino:)

“No creo sin embargo que Charlier y algún otro de los que citas escribiera cómic para adultos sino más bien juvenil, pues tal era su público: juvenil”.

Bien, para mí la historia “principal” de Blueberry es el mejor cómic de la historia. Me maravilló a los dieciseis y me maravilla a los cuarenta y dos, y no por nostalgia. Pero que si juvenil, que si adulto, me parece una discusión estéril.

“Lo que no entiendo realmente es de dónde sale esa idea de que, si hablas de la importancia que ha tenido en estos años la novela gráfica, automáticamente se piense que estás negando que hubiera cómic para adultos antes de ella.”

Por mi parte no lo pensé automáticamente, lo deduje de la frase que he citado antes: “Lo saludable (...) es que no haya sólo cómics para chavales, que era lo que sucedía hace no tantos años.”

“De hecho, hay una prueba incontestable de que no es lo mismo: muchos coleccionistas de aquellos cómics (pienso en particular en algunos fans recalcitrantes de Corben y de las revistas de los 70 y 80) despotrican en público, en los blogs, de la novela gráfica actual. Porque les aburre y no les interesa una mierda, lo cual me parece legítimo y respetable.”

Pues no, no es lo mismo, estoy de acuerdo. Citar a Corben vino a cuento por tu pregunta acerca de autores anteriores para público adulto. Por el resto, Corben no me gusta ni me ha gustado nunca, si he de serte sincero.

Y aquí lo dejo, son demasiadas cosas juntas para mí y tampoco tengo ganas de una discusión bizantina. Ha sido muy interesante. Un saludo, Pepo.

Pepo Pérez dijo...

Delimitar si algo es para adultos es subjetivo, por supuesto, y por tanto discutible.

"Por otra parte, esa corta lista de nombres, que podría ser larga, desmiente esta afirmación del post: “Lo saludable (...) es que no haya sólo cómics para chavales, que era lo que sucedía hace no tantos años.”

40 o 50 años, que son realmente pocos. Las tiras de prensa eran para toda la familia, niños y mayores. Como el cine "para toda la familia".

Por aclarar una cuestión más, la "delimitación" en el cómic de este post solo tenía la intención de hacer una comparación histórica y, sobre todo, dejar clara mi opinión de que una novela gráfica no tiene por qué tratar de la realidad o de la memoria, como he visto en más de una ocasión.

Gracias por tus comentarios y otro saludo para ti.