sábado, 11 de julio de 2009

EL CÓMIC COMO OBJETO.

Walter Benjamin escribió LA OBRA DE ARTE EN LA ÉPOCA DE SU REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA en 1936, sólo cuatro años antes de su suicidio por no conseguir escapar de los nazis mientras intentaba fugarse hacia EEUU. En ese famoso ensayo, Benjamin expuso la depreciación del "aura" y del "aquí y ahora" irrepetible que tiene toda obra de arte original en cuanto objeto material, una vez que esa obra de arte es reproducida técnicamente (en la imprenta, periódicos, libros etc.). La desaparición del "aura" benjaminiano tendría su culminación en las artes industriales, donde no existe original porque la obra es concebida expresamente para ser reproducida masivamente. Ejemplos de esto último serían el cine -al que Benjamin se refería expresamente- y, en efecto, el cómic. De un cómic no existe original como tal, solo un montón de dibujos previos, que suelen estar hechos además en diferentes páginas y papeles (y si el cómic es a color, inevitablemente el color final es el que sale de la imprenta). La obra definitiva en cómic es el tebeo impreso, teniendo en cuenta además que de la imprenta no sale un solo ejemplar de ese cómic, sino muchos ejemplares. Normalmente miles de reproducciones.

Frente a esto, tenemos a un genio como Chris Ware, de cuyo reciente CATÁLOGO DE NOVEDADES ACME escribía Santiago García el sábado pasado en el ABCD. Entre otras aportaciones de Ware, Santiago ve precisamente una intención de descubrir el valor material del cómic como objeto, ese "aquí y ahora" al que se refirió Benjamin y que el cómic (prácticamente) nunca tiene:

"NO SÓLO PARA LEER. Tampoco es que ACME sea un libro para leerlo, exactamente. Es un libro para admirar, enseñar, tocar, recorrer y redescubrir cada «tarde lluviosa de sábado» que estemos de ese humor. No quiero decir con esto que no se pueda leer también, pues la lectura que ofrece no es sólo, como dijimos, abundante, sino también gratificante. Pero si hay algo que hace ACME es, sobre todo, redescubrir (¿o tal vez descubrir?) el valor material del cómic como objeto. ACME no son sólo viñetas impresas sobre papel, ACME es cada detalle de este libro obsesivamente diseñado desde el canto de las tapas (donde se incluye «La tira de cómics más pequeña del mundo») hasta el interior de la faja, ocupada por una historieta que sólo podemos leer despegando dicha faja y, por tanto, alterando irremediablemente la integridad del libro. Nada grave, pues al fin y al cabo, un libro que incluye recortables, como éste, nos está pidiendo que lo alteremos. O que nos atrevamos a alterarlo, tal vez".
(Santiago García)

1 comentario:

Jorge dijo...

El puto Chris la verdad es que se aprovecha de la incondicionalidad de sus fans para hacer lo que le da la gana, y hace bien.

Este recopilatorio de ANL es absolutamente monumental, y se hace algo incómodo. Pero es una delicia ver cómo todas las tapas están llenas de dibujos milimétricamente medidos, los falsos anuncios de periódico (en total, habrá unas 8 páginas... Mi novia y yo llegamos a llorar de la risa con algunos, son absolutamente crueles pero los hay cojonudos). En fin, es cierto, el tamaño y jugar con él es un punto más que tiene este tebeo, y que trasciende la mera nostalgia hacia los tebeos dominicales y tal, porque se convierte en casi una parodia, una parodia tan enorme, que se desvirtúa tanto hasta el punto en que se convierte en otra cosa. Respecto a esa labor paródica Ware dice cosas en una entrevista que sale en el "Qué leer" de este mes.

Pero respecto a la comodidas, vale para éste que es un recopilata, aceptamos pulpo, pero normalmente no son tan enormes. Suelen ser apaisados. Y claro, eso supone menos "chicha". Yo el último publicado en USA me lo leí en nada de tiempo. Aunque eso da igual, porque lo he releído muchas veces, y tiene una historia de Rusty Brown antológica.