domingo, 12 de julio de 2009

CANCIÓN DE CUNA PARA EL MUTANTE

"Era calvo, pesaba 51 kilos, estaba demacrado y lleno de cicatrices, la nariz deconstruida y las costillas rotas en varios pedazos. Ese, lo juro, no era, por más que lo digan unos forenses desalmados, Michael Jackson. Todos los que no han perdido aún el juicio saben que aquel que cantaba Say Say Say con Paul McCartney, disfrazado como un bufón en el Far West de pacotilla, era un ser mágico. Solamente alguien de textura angélica podía volver soportable los calcetines blancos con pantalones pesqueros. No es fácil, ni mucho menos, vestir como si uno fuera el portaestandarte de unas majorettes pasaditas de años. Tampoco puede salir impune el que toca la pandereta en la tuna. Pretendía ser un héroe o incluso un malote aunque finalmente bailara de puntillas o con zancadas de esas que cuestan una puñalada en un barrio de mala muerte. Imaginó callejones con grafiti o estaciones de metro que eran el esplendor del cartón piedra. Elevó el kitsch a categoría vertebral de un mundo que carecía de misterio.

EL COLMO DEL PASTICHE. Cantó Leave Me Alone montado en un cochecito de parque de atracciones, en una metamorfosis blanda del tren de la bruja. Su rancho de Neverland era el colmo del pastiche, con zoológico y noria incorporados. En la danza macabra, que todo lo iguala, comenzó la retórica de la amnesia: nadie tenía presente las acusaciones (seguramente difamatorias o puro montaje) de pederastia, ni su forma peligrosa de agitar a uno de sus hijos en un balcón o de llevarlos enmascarados para provocar perplejidad urbi et orbi. Fuera morfina, anestesia o una alita de pollo del Kentucky lo que provocó su muerte, todo pasaba a ingresar en el terreno del mito. Hasta el reverendo Jesse Jackson vino a dar las gracias a Dios por haberle permitido ser contemporáneo de Michael Jackson.

No me tocó, evidentemente, la lotería de las entradas para el Pabellón de los Lakers y, por esa razón, tuve que ver el funeral del siglo XXI por televisión: apenas pude contener las lágrimas cuando Stevie Wonder dijo que aunque nosotros le necesitábamos, seguro que Jesús le necesitaba más.

TODO SE PEGA. «Este va a ser -dijo una presentadora como si fuera hermana de leche de la Pitonisa Lola- uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia.» Acto seguido, apareció uno de los hermanos del divo pre-canonizado para cantar algo muy triste pero, sobre todo, prodigiosamente desentonado. Portaba, exorcizando el mal fario, una corbata amarilla y dos pinganillos que me atrevo, sin connotaciones futboleras, a calificar como «galácticos». También llevaba un guante blanco con cristales de Swarovski incrustados. Todo, lo sabemos, se pega (hasta en las mejores familias), y el gusto hortera adquiere dimensiones epidémicas. (...)"
--Fernando Castro, ayer en las páginas del ABCD, cuya portada estaba dedicada precisamente a Jacko, la leyenda. Su texto sigue aquí

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Me he perdido, conscientemente o no, todo el circo montado alrededor del Jacko Memorial Service. Me bastó ver en la tele de un bar, me pilló en León, un momento de la "actuación" de Jermaine Jackson y EL guante para abstenerme de participar en la comunión mediática. No he visto nada más del Funeral World Tour.

Otro gran momento del personal obituario de Castro en el ABCD, a la altura del contradictorio personaje, es la cita pertinente a Baudrillard, que también escribió sobre Jacko, ese mutante de nuestra era:

"Baudrillard tenía claro que, ya que el mundo adopta un curso delirante, debemos adoptar sobre él un punto de vista delirante. En La transparencia del mal, concretamente en el capítulo dedicado al transexual, afirmó que Michael Jackson es un mutante solitario, precursor de un mestizaje perfecto en tanto que universal, la nueva raza después de las razas; es el andrógino artificial de la fábula, «que, mejor que Cristo, puede reinar sobre el mundo y reconciliarlo porque es mejor que un niño-dios: un niño-prótesis, un embrión de todas las formas soñadas de mutación que nos liberan de la raza y del sexo»".

Bueno, ya está, liquidado, pasemos a otra cosa.

3 comentarios:

Jorge dijo...

El loco del Castro escribe muy bien, además de ser un personaje. Compis míos lo tuvieron de profesor y las historias que el tío contaba son ya clásicos.

Pepo Pérez dijo...

Yo lo tuve de profe en un taller no hace mucho. Es un gran profesor, explica que te cagas, máxima erudición y a la vez máximo cachondeo (te partes de risa cada dos por tres a poco que entres en el juego; lo relaciona todo, el discurso serio con los chistes, lo sublime con lo zafio, lo profundo con lo banal; como la vida misma, vaya). Y, lo más importante en un profesor, transmite un GRAN entusiamo a sus alumnos por lo que enseña. Te hace participar sí o sí.

Pepo Pérez dijo...

Bueno, y ya que sacas el tema, sí, a mí también me gusta mucho como escribe, puro reflejo de su personalidad. En el mismo artículo, como este sobre Michael Jackson (que yo he disfrutado a tope), te mete a Baudrillard, el análisis estético, la pitonisa Lola y el tren de la bruja .

Dicho sea de paso, Fernando Castro nos brindó una presentación de lujo de "El Vecino 2" en Madrid, allá por abril de 2007, donde por cierto anunció la creación de la sección de Cómic en el ABCD, en la que él tuvo bastante que ver (está muy al día sobre tebeos). Enlace:

http://concdearte.blogspot.com/2007/04/vecinos.html